Dr. William Soto | Senado de la República Mexicana

Dr. William Soto | Senado de la República Mexicana

Honorable senador de la República Mexicana, Alejandro Encinas; licenciada Claudia Fernández Jiménez, directora general de Enlace y Desarrollo con las ONG de la Comisión de Derechos Humanos; Miriam Cantú, presidenta de la Comisión de Derechos Humanos de la Cámara de Diputados; sobreviviente del Holocausto, señor Bedrich Steiner; “Justo entre las naciones”, Salih Hardaga; excelentísima Embajadora de Polonia en México, Anna Niewiadomska; Jaime Murow, maestro de maestros (morei morim) Yad Vashem México; Jaime Romanowsky, maestro de maestros (morei morim) Yad Vashem México; Dan Tartakovski, embajador especial de B-nai Brith Internacional; señor Christoph Breunig, consejero de prensa de la Embajada de Alemania en México. Muy buenos días.

Cuando hablamos de los crímenes cometidos por el régimen nazi, debemos siempre tener presente que no fueron dirigidos solamente contra gitanos, Testigos de Jehová, homosexuales, discapacitados, opositores políticos o judíos; fue una barbarie perpetrada en contra de la familia humana.

El Holocausto dividió la historia en un antes y un después, y dejó muchas enseñanzas para los seres humanos. Con posterioridad a la comisión del Holocausto se generaron grandes transformaciones en el concepto y la protección de los Derechos Humanos, la aplicación de la justicia y la responsabilidad médica. Después de los crímenes ejecutados por el régimen nazi, fueron creados diferentes organismos internacionales destinados a proteger la vida, la justicia y la dignidad del ser humano, y a sancionar sus violaciones independientemente del país donde se cometan; entre ellas: la Corte Internacional de Justicia, la Corte Penal Internacional, también surgió un nuevo enfoque en los Códigos de Ética Médica, se tipificaron los “crímenes de guerra” y los “crímenes de lesa humanidad” en el Derecho Penal Internacional, y se profirió la Declaración Universal de los Derechos Humanos.

En la Embajada de Activistas por la Paz creemos que si el Holocausto dejó tantas lecciones y transformaciones en materia de Derechos Humanos, es un deber enseñarlo en las escuelas, colegios y como materia transversal en las universidades de todos los países.

El Holocausto como paradigma del genocidio, fue el resultado de la educación con base en el antisemitismo, el fruto del odio, de la discriminación, del prejuicio, la intolerancia y la crueldad. Este genocidio fue el fracaso mayor de la educación global en universidades, escuelas y colegios, producto de la insensibilidad e irracionalidad política, y de la inacción y el silencio de personas que al conocer sobre estos crímenes cometidos por el régimen nazi, prefirieron estar pasivos y guardar silencio, convirtiéndose así en cómplices de los perpetradores.

Para que ocurriera este genocidio hubo una preparación sistemática y un adoctrinamiento en función de la convicción errada de la existencia de una raza superior.

Este crimen capital, como lo reconoce la historia, se cometió con ventaja, premeditación y alevosía, aprovechándose de la indefensión de un pueblo. Hitler industrializó la muerte.

Fueron muchos los hechos que hicieron del Holocausto el paradigma del genocidio, pero hoy quiero ir más allá de las cifras y los datos de esta barbarie.

Es muy importante que analicemos y reflexionemos sobre las situaciones y acciones que desencadenaron este genocidio; los valores y principios éticos y morales que perdieron las personas que formaron parte del régimen nazi, para llegar a cometer con tanta frialdad y crueldad estos crímenes; y los valores y principios humanos comprometidos en aquellos líderes políticos, académicos, sociales y religiosos, a nivel mundial, que vieron con tanta pasividad el exterminio de millones de vidas y sin embargo optaron por la comodidad de la inacción.

Razón le asistió al entonces primer ministro de Israel, David Ben Gurión, cuando en 1961 expresó: “Queremos que la opinión pública sepa que no sólo la Alemania nazi fue la culpable de la destrucción de seis millones de judíos europeos. Queremos que todas las naciones sepan… que deben avergonzarse”[1].

La historia de los sobrevivientes de diferentes genocidios no es un hecho trágico del pasado, sino el testimonio latente de una historia “viva”, colmada de valiosas enseñanzas y lecciones para la actual y futuras generaciones, acerca de la necesidad de romper el silencio y contrarrestar la intolerancia, el prejuicio, el antisemitismo, el odio y la discriminación.

Desde la Embajada de Activistas por la Paz vemos con preocupación que los jóvenes no conocen sobre los trágicos hechos ocurridos durante el Holocausto; y como dijo el filósofo Jorge Santayana: “Quien no conoce su historia, está condenado a repetirla”.

Por esta razón, una meta importante que promueve la Embajada de Activistas por la Paz es la inclusión de “El Holocausto, paradigma del genocidio” como materia de estudio en escuelas y colegios, y como cátedra transversal en las universidades. Esto con el objetivo de que los jóvenes puedan conocer cómo se desencadenaron estos hechos, sus consecuencias, y sepan detectar las señales de alarma frente al surgimiento de regímenes totalitarios o grupos extremistas.   

Según la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), la educación es el punto de partida para la construcción de la paz y el fomento de los principios de dignidad, igualdad, libertad y respeto mutuo entre todos los miembros de la familia humana. Así lo establece el Artículo 26.2 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos.

Es importante destacar que en la educación está la semilla del bien y del mal: se educa para la paz o para la guerra, para el bien o para el mal. Por esa razón, las universidades deben permanecer al margen de cualquier injerencia política, ideológica o religiosa.

Uno de los instrumentos del régimen nazi para difundir su doctrina antisemita fue la educación. Hitler utilizó las escuelas como medio de adoctrinamiento, también preparó actividades extra curriculares, y los niños y jóvenes cuando salían de las escuelas tenían que asistir a los centros de las Juventudes Hitlerianas, donde se completaba el proceso de adoctrinamiento, en el que se desfiguraba la imagen de los judíos haciéndolos parecer como miembros de una raza inferior. Son varios los discursos en los que Hitler enfatizaba en la importancia de la educación como forma de adoctrinar y preparar a los niños y a los jóvenes para la guerra.

El profesor es el sembrador de la semilla; por eso Hitler utilizó a los maestros y se valió de textos escolares y cartillas para difundir su ideología extremista.

Hitler propagó en las escuelas y universidades un mensaje antisemita de odio étnico, discriminación e intolerancia; por lo tanto, es en las universidades donde podemos propagar un mensaje de amor y fraternidad al prójimo, fundamentado en el respeto a la dignidad humana, la tolerancia y el reconocimiento de los derechos fundamentales.

Si en la educación está la semilla del bien y del mal, del odio o de la tolerancia, ¿cómo prevenir el mal? Evitando que esa semilla de odio y discriminación se propague y germine. Y esa es una responsabilidad de todos y cada uno de nosotros desde el lugar donde estemos, pero en especial, de los gobernantes, las autoridades, políticos, universidades, catedráticos, profesores y líderes de opinión.

El antisemitismo, el odio y la intolerancia, fueron los catalizadores que trajeron la explosión del Holocausto como paradigma del acto genocida.

El desarrollo del conocimiento científico y tecnológico no es suficiente para evitar la repetición de un hecho tan atroz como ese genocidio que costó alrededor de 20 millones de vidas humanas.

Hitler llevó a cabo el Holocausto en una de las naciones más avanzadas para aquella época. Por lo tanto, LA EDUCACIÓN CON VALORES ES UNO DE LOS INSTRUMENTOS CLAVES PARA EVITAR QUE UN NUEVO GENOCIDIO SE REPITA.

En el proceso educativo siempre tiene que existir una educación fundamentada en principios, valores y respeto por la dignidad humana, como pilares fundamentales en la construcción de la paz.

Como bien lo decía el prócer Benito Juárez: “Entre los individuos, como entre las naciones, el respeto al derecho ajeno es la paz”.  Y tomo estas palabras para dirigirme a todos los senadores, diputados, diplomáticos, académicos, profesores, investigadores aquí presentes; y los invito a que juntos hagamos de esta nación el adalid de la paz en América Latina. Así como Benito Juárez fue considerado Benemérito de las Américas por su defensa de las libertades, una vez más destaquemos a México como bastión del respeto por las libertades fundamentales del ser humano.

Por esta razón quiero proponerles, con todo respeto, que juntos emprendamos acciones y promovamos que mediante una ley del Congreso se apruebe la enseñanza del Holocausto en las escuelas, colegios, y como una materia transversal en las universidades.

Si esta idea es bienvenida entre ustedes, ofrezco toda la ayuda que la Embajada de Activistas por la Paz pueda brindar para, en acatamiento de las resoluciones de la ONU, hacer de la educación una herramienta fundamental en la prevención de los crímenes de lesa humanidad, entre los cuales EL HOLOCAUSTO figura como crimen capital.

Si no hacemos algo para evitar la propagación de ideas y actitudes intolerantes y discriminatorias contra cualquier grupo (sea este minoritario o no), nos estaríamos convirtiendo en cómplices de aquellos que cometan tales crímenes.

Distinguidos senadores, diputados, diplomáticos, catedráticos y profesores:

¿Dónde se originó el Holocausto?

En la mente de Hitler y sus colaboradores. Es en la mente donde surgen las ideas que producen los grandes inventos y avances científicos y tecnológicos; pero también es ahí, en la mente humana, donde han surgido los actos genocidas, los cuales pueden ser evitados a través de una educación centrada en el respeto a la dignidad humana, a los valores y a los principios constitucionales.

¿Y qué está haciendo usted para prevenir un próximo genocidio?

En vuestras manos está el honor a la contestación de esta pregunta.

Muchas gracias.